El recurso más preciado que puede tener cualquier empresa o unidad económica es el humano porque somos el único factor capaz de adquirir y trasmitir conocimientos y por nuestras manos pasan los demás factores que hacen posible la generación de un producto o servicio para poner a disposición de la sociedad.
Pero no es la cuantía sino la calidad del recurso humano lo que garantiza su involucramiento eficiente en cualquier negocio o actividad económica. En la calidad influye no solamente su nivel educacional y sus habilidades para determinados empleos, sino también sus niveles nutricionales, de salud, su grado de participación ciudadana, etc. Es decir, la calidad se garantiza a través del desarrollo que el ser humano ha adquirido tanto individual como socialmente. Es por ello que para medirla hay que tener en cuenta no solo lo que ese recurso ha alcanzado, sino también lo que el medio económico-social donde interactúa le ha ofrecido, bajo la premisa de que el crecimiento económico por sí solo no se traduce automáticamente en bienestar humano. Se requiere ejecutar, por parte de los gobiernos y empresarios, políticas e inversiones significativas para ampliar las capacidades cognoscitivas y la prosperidad de la población.
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